II
El infierno no es gravitacional
Y es por eso que mirando hacía arriba
-Buscando a Dios o una explicación
Que sea bastón de fe o punto culpable-
Puedes hallar que estás de cabeza
Apoyando los pies en el firme vacío
Y que el cielo del infierno no és
Tan sólo el cielo del infierno
Sino también un mar embravecido
Como lenguas ardientes y lacerantes
Que no queman sino que dan frío
-Porque el frío quema-
Como quema la ilusión cuando yace a los pies
Completamente hecha pedazos.
Y si uno salta en 180 grados para dar vuelta la hoja
Cae en el mismo sitio creyendo estar de vuelta
Cuando nunca te has marchado.
Porque el Infierno es una fiesta
Donde nadie es invitado
Pero llegan con sus coronas de espinas
Y sus muertas culpas en brazos
Y comprenden lo más terrible que es haber entrado
Por voluntad propia al estrado
Del que juzga y es juzgado.
III
Yo en él he estado tan solo por tres días
Que resultaron en vida ser treinta años
Créelo o no pero no te asombres
Pues esto les pasa a todos los hombres
Y es que lo más irónico de estar condenado
Es que las puertas del Infierno nunca se han sellado
Y quizás sea por eso
Que todos sin darnos cuenta –O si- entramos
Sin ser realmente obligados
Y un terrible temor a salir nos domina
Porque si uno detenidamente mira
Descubrirá que dentro y fuera del Infierno
Es lo mismo la entrada que la salida.
Entonces lo que realmente intriga
Conociendo tanto la gloria como la desdicha
Es no saber si estamos a salvo de la pantomima
De reír llorando, de vivir luchando.
Y tú que mis palabras has captado
No tan sólo leído,
Sino más bien temido
Te pregunto con total honestidad:
¿Sabés acaso de qué lado estás?
.
1 comentario:
No sé de qué lado estoy, ¿podría decirse que en el Purgatorio?... mmm... porque no creo que esté en el Paraíso, y en el Infierno, bueno, creo que he aclarado las paredes ese sótano perverso (porque no hay cielo allí) y he tranquilizado los mares, para que puedan tomar un poco de calor aunque sea de parte de mis manos.
Sin embargo, dudo también que esté en el Purgatorio... mmm... creo que aun no he salido del Infierno por completo, y que siento cómo los chirlos vivos de las ráfagas del viento se rompen contra mi cuerpo. Eso también quema.
Bueno, si me das tu permiso, si es que tengo una visa extra me quedaré un poco por acá. No temas, me portaré bien. (_¿Temen los lobos? ¿a qué le temen?_ pregunta Mirandolina)
Gracias por tu bienvenida.
Tú también eres bienvenido.
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