7/18/2012

Memorias de una fiesta inconclusa









(…) “-Todo esto me parece hueco ¿sabe? 
Me acuerdo que hace años, en casa se daba una fiesta. Mi niñera ya me había acostado, pero yo tenía una enorme curiosidad por ver el mundo prohibido: Las joyas y los escotes de las damas, el frac de los caballeros, los músicos de la orquesta. Me escapé de la cama, descalza y en camisón, a pesar del frío, y me acomodé en un recodo, detrás de la baranda de la escalinata. No recuerdo haber tenido una desilusión mayor.
-¿Por qué?
-Porque todo era hermoso pero a la vez estúpido. Y fugaz. Como los colores de una pintura que se va deshaciendo y desdibujando a medida que se aplican los trazos.
Pensé que a la mañana siguiente el piso estaría lleno de pétalos marchitos, alguna copa rota, restos de comida, manchas. Y que en una o dos horas el servicio habría barrido y limpiado hasta el último rastro. Nada, nada quedaría de la fiesta ni tampoco de las personas que estuvieron allí. Ni siquiera la estela de un perfume. Comprendí –aunque entonces no podía expresarlo- que todos nosotros, yo misma también, girábamos en el vacío (…)




Maria Rosa Lojo.

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