11/06/2008

Meditaciones


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Hay ocasiones, que no queda más alternativa que dejar cosas en el camino, es imposible no dejar huellas e irónicamente, somos entidades mutables, que al mismo momento en que somos pies, así también somos suelo en donde nos marcan otros pasos.

A mi mente como siempre vienen esas viejas y recientes historias; viejas por ser parte del pasado y recientes, porque éstas hacen lo que soy en el presente- Y cuando digo Yo, no confundáis con ego mi convicción, pues decir Yo es decir Tú y todos- Y hago esta aclaración justamente para disolver ese extraño y contagioso embrión de la ignorancia que es juzgar al otro sin mirarse ante un espejo.

El mundo se ha vuelto extraño ante mis ojos; veo y lo que miro es una filosofía de cartón y un enjambre de profanaciones a la propia fe así como a los nobles ideales que deberían regir la vida humana y que, en algún oscuro mar de necesidad se han perdido.

Pero aún así, a pesar de los extraños y confusos hechos que marcan a la verdad, la misma se ha dibujado en la gran pantomima de la mentira: El malo no es tal si hace un bien, el bueno resalta en la urdimbre de la hipocresía en la que se exalta. La tierra se ha puesto de cabeza un día y todo lo que conocemos es tan lógico y justo, como vislumbrar una verdad a medias y conformarnos con eso.

Pienso en la muerte y me da menos temor que pensar en la vida, en cómo la exaltación de los sentidos se acrecienta en las palabras que se dicen en honor a la excusa de no quedarnos solos, al temor reverente que nos da la oscuridad y el silencio. Medito pero no pienso, y quizás es por esto que no existo y soy más real que aquellos que se dice “amar”.

Y viceversa.

2 comentarios:

Angel Terrible dijo...

¿Qué es mas noble para el espíritu? ¿Sufrir los golpes y las heridas de la insultante suerte, o tomar las armas contra un mar de desgracias, haciéndole frente para terminar con ellas? ¿Morir es dormir? ¿No más? ¿Y por un sueño pondremos fin al sufrimiento del corazón y a los mil conflictos que constituyen la herencia de la sangre? Esta es una palabra, entonces, que deberíamos solicitar con ansia: morir, dormir, tal vez soñar. Y aquí esta el conflicto, porque al considerar qué sueños nos podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando nos hayamos liberado del vértigo de la vida, es una poderosa razón para detenernos. Esta es la consideración que hace a la existencia de la infelicidad tan larga.
¿Quién, si esto no fuese así, aguantaría las heridas de este mundo, las ofensas del soberbio, la violencia de los tiranos, la lentitud de la justicia, las penas de un amor mal pagado, los agravios y quebrantos de la edad y el maltrato que el hombre paciente recibe a diario de los indignos, cuando el que esto sufre podría darse reposo con un simple puñal? ¿Quién toleraría tanta opresión, sudando y gimiendo toda una vida de pesares, si no fuera por el temor de un algo mas allá de al muerte, aquel país desconocido de cuyas fronteras ningún caminante regresa? Temor que nos impulsa a soportar todos los males conocidos, antes de desafiar aquellos de los que no tenemos seguro conocimiento. Así la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes.

lobo dijo...

Si, quiza no somos mas que eso, unos cobardes tan acostumbrados a perder, que cuando podemos ganar, rechazamos inconscientemente la oferta....