
El anarquismo es un nombre dado a la doctrina y movimiento que promueve la anarquía, es decir la autonomía de cada persona. Es contrario a las relaciones humanas de dominación o autoridad involuntaria (ej. el Estado) y promueve el autogobierno de personas y asociaciones. Dos axiomas básicos del anarquismo son la autopropiedad de cada individuo, y la no coacción o acción voluntaria entre individuos soberanos.
La palabra anarquía deriva del prefijo griego αν (an), "no" y la raíz del verbo αρχω (arkho), "jefe". Puede traducirse, pues, por «sin jefe». Designa una situación política o social en la que ningún individuo ejerce poder coactivo o autoridad involuntaria, sobre otros. Las connotaciones de la palabra varían drásticamente según se considere esta ausencia de autoridad: bien como un orden libre deseable, bien como un caos a evitar.”
Ahora bien, esto basado en una explicación sociológica, en cambio si nos atrevemos a entrar en el terreno psicológico del individuo podríamos arriesgarnos a comparar al anarquista como al ateo. Permítanme explicar este punto; todo ateo alguna vez a sido una manifestante fiel y devoto de su creencia en un determinado Dios, pues si en verdad jamás hubiesen creído en tal deidad y ésta no los hubiese defraudado en su ciencia de fe, no hubiesen alcanzado nunca el grado de descreimiento que lleva a la negación de determinada opción.
Así mismo es el nacimiento de una anarquista en cualquier grado y factor de su vida, nadie nace con determinada filosofía sino que el medio en el que interactúa lo lleva a tomar votos de creencia en las cosas con las que convive. Sea a grado espiritual, religioso, social o cultural, el verdadero anarquista para conocer lo que hoy repudia, primero tuvo que empaparse en esas aguas y quizás hasta creerlas. -Esto puede pasarle a usted, a aquél o a mi en cualquier ámbito de nuestras vidas, todos en cierta forma tenemos un poco de anarquía dentro nuestro, pugnando por salir a la vista-.
Ahora bien, cuando el anarquista en potencia descubre que “su verdad” es una idealización que no se ajusta a los parámetros de la realidad social, pueden presentarse tres tipos de reacciones básicas (que como todos sabemos, de estás tres se derivan por cada una otras tres y así sucesivamente hasta el infinito). Las tres reacciones están motivadas por el mismo motor que, paradójicamente, comprende engranajes diferentes en cada apreciación del mismo, y esto es la definición y aceptación mental de lo que cada individuo comprende como “Libertad”.
Como ya hablamos anteriormente, la Libertad es el motor impulsor de cada ser humano, es su sueño, su anhelo y la única virtud con la que el ser humano nace y muere, más allá de que no siempre, sea por el medio en que uno se haya o por extraña convicción propia, no podamos mantener en su estado más puro. ¿Por qué? Quizás por la ética que hemos mamado desde la cuna, quizás por la moral que nos aplica cláusulas sociales y psíquicas.
Como sea; el verdadero anarquista no busca el cambio global para obtener un mejor mundo para todos, pues comprende que si anarquismo es la completa libertad PERSONAL del individuo, tratar de pasar por encima de los demás y convencerlos de “su verdad” es en si faltar a la base misma de la anarquía, pues uno mismo estaría “gobernando” o induciendo sobre la otra persona que desea ser libre de actuar como más le guste.
Contrariamente a lo que normalmente se cree, el verdadero anarquista no promueve el caos y la guerra, sino una paz personal y completamente libre de opiniones o condicionamientos ajenos. En si, el anarquista es un ser completamente indiferente al grupo y sus necesidades, pues su dogma comienza consigo mismo y no con el otro. Su búsqueda es personal y puede volverse conjunta con otros que persigan los mismos intereses, pero básicamente el anarquista busca su libertad personal.
Claros ejemplos de anarquistas famosos son (y óbviese el poner el grito en cielo por esto): Jesús de Nazareth, personaje bíblico por todos conocido, que promovía un dogma singular, el de buscar la gloria y paz celestial sin obligar a nadie a que lo siguiera, el tipo iba por ahí predicando “su verdad” pero no le ponía un arma en la cabeza a nadie para que lo siguiera.
Los maestros Zen o cualquier religión budista son otro claro ejemplo de NO búsqueda de aceptación de sus ideologías, el maestro no busca al alumno sino al revés, pues se respeta en estos casos la premisa esencial de un anarquista: la completa libertad personal.
El segundo grupo de reacción es la que más se genera en cualquier sociedad media; es el “anarquista mediático”, seres de dudosa auto estima que comprende a un período de edad media tirando a adolescente, donde la búsqueda del YO los lleva a probar sus límites tanto sociales como psicológicos. Los medios promueven que los anarquistas pintan las paredes de los vecinos, se visten, hablan, actúan de determinada forma y ahí los vemos a ellos, chicos que corren a comprar la ropa que venden los medios como seres “rebeldes”, hablan con códigos porque así la sociedad los tilda de chicos malos y anarquistas y dictan grandes discursos en las facultades, mientras acarician sus largas barbas al mejor estilo Che Guevara.
Este tipo de grupos, lejos de estar cerca del anarquismo, son los claros ejemplares que crea una sociedad mediática, donde las palabras son sólo definiciones sin peso de acción o comprensión de las mismas. En sí, estos pequeños seres que pululan en todas las esquinas e incluso entre las sombras, buscan más que una Libertad personal, la aceptación del medio contra el cual, justamente luchan.
El tercer grupo, es quizás el más simple de interpretar y más complejo de entender, pues está compuesto de seres que permiten a la sociedad disfrazar y definir con el nombre que más les agrade, los verdaderos intereses que los motivan a poner coches bombas en las escuelas, decapitar personas, perseguir y quemar en la hoguera a supuestas brujas y crear un genocidio en aras de libertar un país, expandir sus fronteras o crear una raza aria pura.
A este grupo no les importa el nombre que les de una sociedad en la cual extrañamente conviven, incluso hasta existe la chance de que les cause diversión estar en la mirada y boca de un mundo que les teme por su salvajismo.
Es que estos seres saben algo esencial del mundo en que se mueven, comprenden a la perfección que el individuo promedio intenta mitigar al animal que lleva dentro aprendiendo y memorizando una moral y una ética que en ellos no se ajusta ni les interesa poseer, comprenden que la leche que los ha amamantado desde pequeños los ha vuelto dóciles y gobernables por su propio miedo a la reacción en cadena.
Estos seres llevan consigo una verdad más simple y abominable, pueden ser denominados anarquistas, asesinos, genocidas, dementes pero eso no importa para ellos, las definiciones son parte de una sociedad que necesita limitar en ideas sus acciones; en cambio ellos optan por una Libertad más completa y temible, ajena a todo patrón de civilización, para ellos, no hace falta un motivo para actuar, lo que buscan, es hacer arder al mundo.