
Si el mundo real fuese como el mundo loguero no cabría duda alguna que vos y yo nos terminariamos encontrando en la vuelta de cualquier esquina.
Es increíble como paseo por los valles y montes agrestes de este mundo y en todos lados encuentro una extraña espiral donde todos son conocidos de conocidos de terceros, cuartos y quintos (como si fuese una fiesta orgiástica donde no hacen falta invitaciones para entrar) y por eso salimos sin despedirnos;
A comprar puchos, bebidas, sueños y un par de quimeras
idealistas. Pero más que nada compañía para las noches frías de este eterno verano.
Qué mierda cuando nos llega la ausencia de nosotros mismos, pero mejor no evadamos el tema y sigamos pues con el comentario de que la vida es un pañuelo.
¿Somos todos conocidos de todos o somos no más que una ausente presencia que ríe y bromea y se toma un trago mientras toca algún culo o pispea un bulto, pero que se encuentra completamente ajeno de tanto delirio, jolgorio y buena onda?
Lo más cierto es ese instante fugaz en el que las risas se vuelven muecas deformes y las palmadas son garrotazos que nos desnucan el corazón y entre tanta carcajada sanguinaria, se inmola en nuestra mirada un solemne y lastimero:
¿Donde estas?
Que terrible este mundo y el otro.
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